En mis 20 años de
existencia, tengo gratas pero breves referencias de David González, a mi memoria
no logran llegar las atajadas de Luis Barbat, mucho menos a las de Efraín “El
Caimán” Sánchez, pero sí guardo en mis recuerdos, quizá, al mejor arquero que
me haya tocado ver en la vida, se trata del paraguayo Aldo Antonio Bobadilla,
único arquero del cual me atrevo calificar como el todo de un equipo, que ganó
un torneo gracias a él.
Bobadilla llegó a Independiente
Medellín a finales del 2007 como una de las contrataciones más resonantes del
fútbol colombiano. Pese a ganar la Copa Libertadores en ese mismo año y la
Recopa Suramericana en 2006 con Boca Juniors, el arquero guaraní salió por la
puerta de atrás después de un mal Torneo Apertura que dejó un sinsabor en los
aficionados ‘xeneizes’.
Medellín venía de
haber quedado en deuda las últimas campañas, en donde no se clasificó a los
octagonales finales y con una estadística de goles en contra muy preocupante. Se
debía traer a un arquero de categoría al equipo que dirigía Javier Álvarez.
Todas las expectativas estaban puestas en el guardameta de 31 años, quien venía, además, de jugar el Mundial de Alemania con su selección.
La llegada de Aldo fue
estupenda, el nuevo arquero ‘poderoso’ venía a rematar el Torneo Finalización
en la fecha 10 frente a Equidad, de ahí en adelante, el pórtico rojo acumuló 6
fechas sin goles en contra, pero esto no le alcanzó al DIM para clasificar a
los cuadrangulares por su flojo comienzo.
Ya en 2008, el
portero de 1,92 metros, brillaba como figura en el equipo que ahora dirigía
“Sachi” Escobar. Sólo recibió 14 goles en el ‘todos contra todos’, llegando a pelear
hasta la última fecha su paso a la final del Apertura. En el segundo semestre,
Bobadilla ya era capitán, la seguridad que transmitía en la parte de atrás
consolidaba la zona defensiva que complementaban los centrales Daniel Sanabria,
Andrés Ortiz y los laterales Juan Guillemo Cuadrado y Ormedis Madera. ‘El
Poderoso’ llegó a disputar la gran final que perdería con el América de Diego
Edinson Umaña.
Aldo era un hombre de temperamento fuerte, no fue muy amigo de las cámaras, ni de las entrevistas, tampoco de las fotos o autógrafos, su carisma se lo ganaba cumpliendo su trabajo debajo de los tres palos. Las solas atajadas de
Bobadilla ganaban partidos, era muy hábil en los balones aéreos, muy oportuno en los achiques, las pelotas seguras de gol eran cacheteadas por sus
prodigiosas manos y, por su contextura espigada, fue inalcanzable en los tiros de
esquina. Ya era normal escuchar su nombre como figura en cada partido.
Después de un mal
primer semestre en 2009 y de una discreta Copa Libertadores, Santiago Escobar
renuncia y le deja el puesto a su asistente, Leonel Álvarez. “Leo” impuso una ideología
ganadora en el equipo: se aplicaba el juego de posesión de la pelota, los pases
por el aire precisos de “Choronta” Restrepo, los filtrados al piso de Luis
Fernando Mosquera, la vertiginosidad de sus delanteros extremos Luis Carlos Arias
y Felipe Pardo, la eficacia goleadora de Jackson Martínez y, por supuesto, la
seguridad que transmitía Aldo Bobadilla a su cuarteto defensivo.
La campaña del
Finalización 2009 fue impecable, las acrobáticas atajadas del paraguayo llamaban
aficionados al Atanasio; Medellín fue campeón enamorándonos con su fútbol, ya
Aldo se había convertido en nuestro ídolo, en nuestro ejemplo. En un partido de
fútbol del colegio, queríamos estar en la posición más ingrata de este deporte,
todo porque soñábamos ser como el gran Bobadilla.
Aldo se retiró del
DIM en 2010, en plenas semifinales, para viajar con la Selección Paraguay a
disputar el Mundial de Sudáfrica ya fichado por el club Corinthians de Brasil, dejando un gran vacío en nuestros corazones.
Detrás de él, después se marcharía el técnico Leonel, quien más adelante
dirigiría la Selección Colombia.
Hoy, con una gran nostalgia,
después de 3 años, lo vuelvo a ver en el Atanasio Girardot participando en la
celebración de los 100 años del Equipo del Pueblo. Para mi concepto, Aldo fue el
último ídolo; tras su salida del DIM, el equipo no volvió a tener ese líder en la cancha y el camerino, esa voz de jerarquía que daba ánimo, regañaba y felicitaba. Por
eso, como diría cierto personaje que pasó por el Medellín: “Bobadilla, el
portero de los niños y el ídolo de los jóvenes, su espada eran sus guantes y su
armadura sus guayos”.
¡Infinitas gracias, Aldo Antonio Bobadilla!
@mario_srz