jueves, 27 de febrero de 2014

La playa que se levanta sobre la quebrada

Otra vez en el centro, de nuevo en el corazón de la ciudad, este sector es casi que un paso obligatorio por el habitante común y corriente de Medellín que tiene como único fin cotidiano “hacer sus vueltas”; lo cual significa para mí un placer como de los pocos que tiene la vida: recorrerlo, conocerlo y admirarlo.

Esta vez me encuentro en la calle 52, conocida popularmente como avenida La Playa, al centro-oriente de Medellín, esta vía se extiende desde el Parque Simón Duque hasta el edificio Coltejer. Doy un leve recorrido por el nuevo Parque Bicentenario, para divisar la quebrada Santa Elena, fiel testigo de la violencia en la ciudad, por donde han bajado cientos de cadáveres desde los barrios más empinados del oriente. Curiosamente, mientras en mis audífonos escucho “Senderito de amor”, canción interpretada por Pedro Infante y conocida por ser el jingle de la película “La virgen de los sicarios” de Fernando Vallejo, contemplo el Museo Casa de la Memoria que se impone en el parque. Este museo, construido en forma de trapecio, fue levantado en honor a las víctimas del conflicto armado colombiano.

El parque Bicentenario es una construcción de arquitectura contemporánea que se inició en 2011, muy frecuentado por jóvenes de los barrios aledaños (Boston, Sucre, Caycedo, Buenos Aires). El ruido del caudal de la Santa Elena, la simpática mirada del monumento de Mahatma Gandhi, las risas de los muchachos y el olor de la marihuana acompañan mi trayecto hacia la carrera 38 donde se esconde la quebrada debajo de la avenida que voy a caminar.

Fuente Bachué, av La Playa.
Ahora me encuentro en el rompoy del Teatro Pablo Tobón Uribe que custodia la fuente Bachué. El teatro, que funciona desde 1967, tiene forma de caja de zapatos, no solo alberga personas que buscan deleite cultural, sino también los habitantes de la calle que se mueven a su alrededor. El olor de los orines acelera mi paso por la avenida hacia el Palacio de Bellas Artes que es vigilado por el monumento de Carlos E. Restrepo.

La Playa, antiguamente llamada avenida La República, es una calle doble carril, copiosamente arborizada, el paso peatonal es ataviado por adoquines rojos y por monumentos de presidentes, gobernadores, ingenieros, profesores, médicos, obispos, militares y otros personajes históricos e influyentes para el desarrollo de la ciudad y el departamento. Estas cabezas, que aparte de ser diariamente bañadas por las palomas, permiten encontrarme con la historia de la región.

El delirante aroma de las panaderías da apertura al fuerte movimiento comercial de la avenida que se halla después de la carrera 45-El Palo hasta la avenida Oriental. Frente a los hoteles lujosos, bibliotecas, los bancos, las discotecas y las diferentes sedes institucionales se empiezan a aglomerar los carritos de venta ambulantes. Ya huele a pollo y a empanada, el ruido se torna más fuerte, se escuchan los pregones del control remoto, los CDs, el salpicón, las gafas y las artesanías.


Casa de la Lectura Infantil, av La Playa.
Aquí, en la estrecha calle Junín finaliza mi recorrido por esta "playa" de cemento, llena de recuerdos, de construcciones del siglo 19, aún conservadas, como la de la Casa de la Lectura Infantil, de edificaciones portentosas como el edificio Vicente Uribe Rendón y el imponente Coltejer, con sus 36 pisos y 147 metros de altura, levantado sobre las "ruinas" del extinto Teatro Junín, en donde sus asistentes deliraron con presentaciones de Bertha Zingermann, la Orquesta Típica de Tokio y hasta Charles Chaplin. Esta "playa", sin mar, sin arena, en la que una quebrada se esconde silenciosamente bajo la urbe de Medellín.


@mario_srz

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