martes, 5 de abril de 2016

Los audios del terror

Mario Suárez
@mario_srz

Hasta de los hechos más terroríficos presentados en algunos puntos del país, en los que las Bacrim protagonizaron paros armados y hostigamientos, el colombiano folclórico hace relucir su lado humorista aprovechando la terrible situación que viven comerciantes, transportadores y habitantes del Urabá, Suroeste, Magdalena Medio y Bajo Cauca antioqueño, en donde las bandas criminales prácticamente son el poder y la autoridad.

Lo que pudo haber empezado como una broma entre amigos, produjo pánico y temor en casi toda la ciudad de Medellín –donde en la noche del 31 de marzo y la mañana del 1 de abril, grupos criminales al servicio del Clan Úsuga causaron ataques armados, quema de un bus articulado del Metro, graffitis y panfletos con mensajes atemorizantes en los diferentes municipios del Valle de Aburrá– con audios de alerta que propagaron el horror hasta el día sábado en el que por lo que se vio, solo salió el uribismo a marchar por las calles en contra del Gobierno de Santos.

“Mañana sábado, todo el que asista a clase va a llevar plomo…”, “lo del día sin carro es una medida preventiva porque Medellín está amenazado…”, “después de las 3 de la tarde va a estar muy peligroso Medellín…”. Mensajes que, en su gran mayoría falsos, lograron convencer a la comunidad de quedarse en sus casas.

Ese sábado, muy temprano, el alcalde de Medellín Federico Gutiérrez, desmelenado y aún sin afeitar, graba un video para dar un parte de tranquilidad, pero que en definitiva no logró sosegar a la ciudadanía.

Y es que el hermetismo en el ambiente de este fin de semana evocó la época de los años 80 en los que el Cartel de Medellín infundía pánico en los habitantes. Sumándole el día sin carro, la ciudad pareció un pueblo fantasma: el Centro de Idiomas de la UPB devolvió a todos sus estudiantes por audios de WhatsApp amenazadores; las calles desoladas no solo se limitaban a los sectores que padecieron hostigamientos: negociantes, oficinas y empresas transportadoras de toda el Área Metropolitana prefirieron no prestar sus servicios; el comercio nocturno también se vio afectado: en las zonas rosas o de rumba no se obtuvo el flujo esperado de personas para un día sábado.

Aún vivimos en un Estado vulnerable ante los grupos criminales al margen de la ley, hay una población todavía con miedo, que se siente insegura; un Gobierno que, paralelo a esto, trata de llevar adelante un proceso de paz, familias que intentan superar la tragedia y volver a la normalidad, para que el colombiano insensible, inconsciente, desentendido, inconmovible, destape su humor negro ahondando más el dolor que provoca la guerra. Cuando todos nos metamos en este cuento, que nos consideremos actores proactivos e influyentes ante la realidad que afronta el país, quizá ese día estaremos más cerca de conseguir la tan anhelada paz.


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