Mario Suárez
@mario_srz
Hasta
de los hechos más terroríficos presentados en algunos puntos del país, en los
que las Bacrim protagonizaron paros armados y hostigamientos, el colombiano
folclórico hace relucir su lado humorista aprovechando la terrible situación
que viven comerciantes, transportadores y habitantes del Urabá, Suroeste,
Magdalena Medio y Bajo Cauca antioqueño, en donde las bandas criminales prácticamente
son el poder y la autoridad.
Lo
que pudo haber empezado como una broma entre amigos, produjo pánico y temor en
casi toda la ciudad de Medellín –donde en la noche del 31 de marzo y la mañana
del 1 de abril, grupos criminales al servicio del Clan Úsuga causaron ataques
armados, quema de un bus articulado del Metro, graffitis y panfletos con mensajes
atemorizantes en los diferentes municipios del Valle de Aburrá– con audios de
alerta que propagaron el horror hasta el día sábado en el que por lo que se
vio, solo salió el uribismo a marchar por las calles en contra del Gobierno de
Santos.
“Mañana sábado, todo el que asista a clase va a llevar
plomo…”, “lo del día sin carro es una medida preventiva porque Medellín está
amenazado…”, “después de las 3 de la tarde va a estar muy peligroso Medellín…”. Mensajes que, en su gran mayoría falsos, lograron
convencer a la comunidad de quedarse en sus casas.
Ese
sábado, muy temprano, el alcalde de Medellín Federico Gutiérrez, desmelenado y
aún sin afeitar, graba un video para dar un parte de tranquilidad, pero que en
definitiva no logró sosegar a la ciudadanía.
Y
es que el hermetismo en el ambiente de este fin de semana evocó la época
de los años 80 en los que el Cartel de Medellín infundía pánico en los
habitantes. Sumándole el día sin carro, la ciudad pareció un pueblo fantasma:
el Centro de Idiomas de la UPB devolvió a todos sus estudiantes por audios de
WhatsApp amenazadores; las calles desoladas no solo se limitaban a los sectores
que padecieron hostigamientos: negociantes, oficinas y empresas transportadoras
de toda el Área Metropolitana prefirieron no prestar sus servicios; el comercio
nocturno también se vio afectado: en las zonas rosas o de rumba no se obtuvo el
flujo esperado de personas para un día sábado.
Aún
vivimos en un Estado vulnerable ante los grupos criminales al margen de la ley,
hay una población todavía con miedo, que se siente insegura; un Gobierno que,
paralelo a esto, trata de llevar adelante un proceso de paz, familias que
intentan superar la tragedia y volver a la normalidad, para que el colombiano
insensible, inconsciente, desentendido, inconmovible, destape su humor negro
ahondando más el dolor que provoca la guerra. Cuando todos nos metamos en este
cuento, que nos consideremos actores proactivos e influyentes ante la realidad
que afronta el país, quizá ese día estaremos más cerca de conseguir la tan
anhelada paz.
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